Libertad para los contenidos y servicios en internet. Transparencia y tecnología abierta para que nadie pueda detener el desarrollo de la sociedad de la información. Es el manifiesto de Julius Genachowski, presidente de la Federal Communications Commission (FCC), lanzado con OpenInternet.gov, la nueva iniciativa del gobierno de Obama a favor de una internet más libre. La batalla es con las compañías de telecomunicaciones para defender el principio de neutralidad de la red: los dueños o gestores de las redes no pueden limitar la libertad de los contenidos, plataformas y servicios, que deben ser tratados por igual. La pelea es larga y se ha acentuado con la explosión de los contenidos audiovisuales, el P2P, la web 2.0, el cloud computing, el streaming y los servicios como la telefonía en internet (VoIP), que amenazan el negocio de las empresas de telecomunicaciones. Pero la FCC no quiere permitir que las telecos vuelvan a controlar el desarrollo de la sociedad de la información cuando se aprovechan del espectro radioeléctrico público y de las concesiones de telefonía y redes. Genachowski, uno de los gurús tecnológicos de Barack Obama, lanza dos nuevos principios: no discrimininación de los contenidos y aplicaciones, y transparencia en la gestión de las redes. Se suman a las cuatro libertades (pdf) enumeradas por su antecesor en la FCC, Michael Powell, en el año 2004. El presidente del regulador de telecomunicaciones advierte de las encrucijadas a las que se enfrenta la neutralidad de la red: la limitada competencia entre operadoras, las expectativas de negocio de los proveedores de banda ancha y la explosión del tráfico en internet. Si primero las telefónicas persiguieron y limitaron las descargas (lo que ahora quieren hacer algunos gobiernos), para luego intentar controlar el negocio de la convergencia, después fue la televisión la que se alzó contra el vídeo en internet y ahora el crecimiento de los contenidos y especialmente la telefonía en internet, que enfrenta a empresas como Skype, Google, ATT o Apple. La propuesta ya ha levantado las protestas de las telefónicas y especialmente de las operadoras de móviles aduciendo problemas de infraestructura. Pero la posición de la FCC es una buena guía seguir por los reguladores y las autoridades españolas y europeas. Sobre todo ahora que empieza el despliegue de las nuevas redes de banda ancha con todos sus problemas de regulación, inversiones y negocio. A las operadoras se les debe recordar que disfrutan del dominio público precisamente para prestar unos servicios que no deben frenar la sociedad de la información ni la economía digital, como subrayaba hace poco la comisaria europea Viviane Reding. La comisaria de telecomunicaciones recordaba las medidas e incentivos que Europa está implementando para acelerar una sociedad digital abierta, más competitiva, participativa y sostenible que puede aumentar hasta un 2% la economía europea. Lo mismo se intenta en Gran Bretaña con el proyecto Digital Britain para invertir dinero público en más contenidos y plataformas digitales públicas y para crear una gran infraestructura de banda ancha. En España se lucha en varios frentes. En la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), el Ministerio de Industria y otros departamentos como el de Cultura. Pero también en los gobiernos locales, preocupados por una nueva brecha digital si las telefónicas no invierten lo suficiente. En junio el ministro de Industria, Miguel Sebastián, anunció el reparto del dividendo digital a las operadoras, las frecuencias para nuevos servicios liberadas por el apagón analógico. Pero sus contrapartidas pasan más por el sostenimiento de la televisión pública con el nuevo impuesto a las telecos que por un despliegue y desarrollo adecuado de los nuevos servicios digitales. Por eso avanzan con lentitud los servicios de VoIP y streaming debido a su alta demanda de ancho de banda y escaso negocio para las operadoras. Redes que en España se han financiado con mucho dinero público –un sobreprecio económico y político- para la nueva TDT pero que no llega a la banda ancha, como ha denunciado el propio presidente de la CMT, Reinaldo Rodríguez. Y en la era del acceso el ancho de banda disponible, la libertad en la red y su carácter abierto son imprescindibles, como recalca el presidente del regulador norteamericano. Aunque para ello se acepten algunas restricciones como bajan la velocidad en momentos de congestión. Pero quienes gestionan el dominio público para ofrecer sus servicios no deberían poder limitarlo ni controlarlo. Por eso los principios de no discriminación y transparencia defendidos ahora por la FCC son imprescindibles.
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