Los usuarios de redes sociales no se conforman con vivir en el ciberespacio. Cuanta mayor conexión con la realidad, mejor. Facebook o Twitter se aferran a la vida cotidiana. Su última conquista: el sexo. Mezcle la psicología de los jóvenes varones con la posibilidad de difundir su ego sin límites, entre sus amigos y ante todo el mundo, y la tentación es invencible: nada como tuitear despúes del sexo.
La ministra de Sanidad, que sigue preocupada por el mal hábito de fumar de los españoles, estará contenta. Tuitear –escribir un mensaje en la página personal- después de hacer el amor es mejor que el clásico cigarrillo. Es inocuo para la salud, no quema las sábanas y es enormemente estimulante para la vanidad. Por eso no extraña que más de una tercera parte de los jóvenes menores de 35 años hayan adoptado este hábito, según una reciente encuesta. No sorprende, como muchos adolescentes pueden confirmar, en Tuenti o en el Messenger se está, también o sobre todo, para ligar. Superada cierta edad, la discreción se impone. La gente disfruta su pasión en privado, fuma y calla.
Pero hay casanovas que no se conforman con publicar sus conquistas en una red social. Además quieren estampar la huella de su placer en un mapa. En I Just Made Love (Acabo de hacer el amor) se lo ponen fácil. Un clic en el ratón y no te recates. Te preguntan dónde ha sido, con qué tipo de pareja e incluso si fue la primera vez.
¿Qué pensarán las parejas de los vanidosos? Tuitear o escribir en el formulario de las redes sociales es un acto individual. No se comparte con la pareja como el clásico cigarrillo.
Pero no se fíen. Las redes sociales son el gran sustitutivo de casi todo. El nuevo placebo global. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, sanciona el viejo refrán y quizá para los orgullosos de sexo la pregunta de Facebook, "¿qué estás pensando", es más precisa que la de Twitter, "¿qué estás haciendo?".
Columna en los medios de Vocento