Fútbol + televisión + política. La fórmula del populismo en la videocracia. Pan y circo de la sociedad de la información. Y desintegrador de lazos entre medios y políticos. En Argentina la presidenta Cristina Kirchner ha estatalizado los partidos de fútbol por televisión para atajar descontentos sociales y políticos. Más fútbol gratis = menos malestar social. Con pasión de barra brava incluyó el fútbol televisado entre los derechos humanos. Tome nota la ONU.
En España, Juan Luis Cebrián, cabeza de Prisa, se ha arrojado contra el Gobierno de Zapatero por aprobar con urgencia la TDT de pago para que Mediapro, ganador de la guerra del fútbol, no pase otra temporada sin rentabilizar los derechos que con tanta perseverancia y dinero arrebató a Sogecable. Nunca la brecha entre el PSOE y el grupo de El País y la Ser ha sido tan grande. Ya se llevan tan mal -para dolor de algunos en uno y otro lado- como con Aznar y Álvarez-Cascos cuando el fútbol pasó a ser de interés general. Agazapadas, las autonómicas y el resto de plataformas de pago, a la espera de picotear el pastel futbolístico que Roures y compañía prometen repartir con magnanimidad.
Ya decía Orwell que el espíritu deportivo es una permanente causa de malestar.
Maradona, el pibe que metió un gol con el que los argentinos vengaron la derrota de las Malvinas, anunció con su presidenta -esposa y sucesora del presidente Néstor Kirchner- la buena nueva del fútbol gratis en la televisión pública. Con ellos, Julio Grondona, dirigente del fútbol desde la dictadura. Perjudicados: el Grupo Clarín, dueño de los derechos desde 1991, y bestia negra de la pareja K.
Dicen los economistas que el fútbol es un monopolio natural porque si hubiera más ligas perdería interés, lo que controla ímpetus separatistas. Pero ninguna de las recomendaciones para trocear los derechos y no santificar ese monopolio en la TV ha sido jamás escuchada. Espíritu deportivo: dinero, poder, populismo y mucha mala leche.
Columna semanal en los medios de Vocento