Los libros digitales se desvanecen. Gran Hermano vigila y roba de los kindle de los incautos clientes de Amazon dos obras de George Orwell, 1984 y Rebelión en la granja. Una persecución más propia de los bomberos pirómanos del Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. La instantaneidad y la asincronía digital convierten uno de los pilares de lo eterno, los libros, en perecederos e inestables. "No esperéis libraros de los libros", clama Umberto Eco en su última obra. La pesadilla es cuando el librero te los escamotea de la biblioteca por una pelea de derechos. A ti, comprador, que pagas el ebook con presteza al desaprensivo comerciante que mantiene el control de lo vendido protegido por un contrato abusivo.
Los libros digitales no te pertenecen. Crees que son tuyos, que los posees con su lectura y el PVP. No. Las editoriales y librerías digitales en realidad los alquilan. Renuncia a su posesión. Si quieres mantenerlos haz caso a Eco y carga con el papel, donde no cambia el contenido, la forma ni el contrato de venta.
Pecados del control 2.0. En la era de los contenidos en internet y la distribución digital nada es completamente tuyo. Todo está en usufructo. Los dueños de la distribución controlan los contenidos. Como siempre, pero ahora sostienen su control tras la venta con la hiperconectividad y los sistemas de gestión de derechos (DRM). Amazon arrebata dos libros imprescindibles para entender las distopías por un error suyo: vendió libros de una editorial sin los derechos para editarlos. Paga el cliente. Ha devuelto el dinero, pero arranca a los lectores la confianza y la huella que dejaron en esas obras. Y la seguridad sobre la existencia de lo que muestra la pantalla.
Un abuso más de esa persecución de la propiedad intelectual y los derechos de autor que maltrata siempre al público. Los ebooks no son tuyos. No puedes compartirlos con otros, regalarlos después de leerlos. Quemarlos. Son una mercadería controlada por editores y distribuidores hasta la náusea. No se compran, se alquilan: ¿a qué esperan para reconocerlo y rebajar sus precios a un alquiler por lectura? Ya que los libros digitales les pertenecen, que no cobren por lo que no dan.
Los ebooks son finitos como inmensa era esa Biblioteca de Babel de Borges donde caben todos los libros, pero acotados a un número máximo de páginas y renglones. Amazon hace real la maldición de Fahrenheit 451: los libros sientan mal a la gente. Sobre todo cuando te los roban. Los editores españoles llevan tiempo discutiendo el control y la propiedad de las obras digitales: respeten a los lectores tanto como su negocio o se desvanecerá en la desconfianza.
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