Félix quiere ayudar. Y no está dispuesto a que sus problemas de salud lo impidan. Buscó y encontró una fórmula sencilla y adecuada para sus conocimientos y sus gustos. En internet ayuda a varias ong con traducciones, a actualizar información sobre proyectos y actividades solidarias, hace carteles, sube fotos, vídeos y todo tipo de contenidos. Félix dedica sus esfuerzos y la actividad que tantos hacen en muchas redes sociales y en otros instrumentos de la web 2.0 a la solidaridad. Es uno de los más de tres mil microvoluntarios que la Fundación Bip Bip ha conseguido reunir en una página que recoge pequeñas tareas de ayuda a las asociaciones de solidaridad que los microvoluntarios realizan desde su ordenador o su móvil. Son microtareas, fáciles de hacer, sin demasiado esfuerzo, pero contribuyen a mejorar la acción de las organizaciones solidarias.
Félix es el microvoluntario más activo. Ronda los 500 puntos de karma, recibidos por los usuarios cuando realizan sus tareas, una jerarquía de reputación igual a la de tantas redes sociales y webs de crowdsourcing y participación. El perfil de los microvoluntarios es el de personas activas en internet, "solidario, totalmente desinteresado (hasta el punto que muchas veces no se conoce el nombre) y con gran compromiso social", según los responsables de esta iniciativa.
Los microvoluntarios también pueden ser empresas. Con esta opción las ong reciben ayuda de especialistas –especialmente del sector tecnológico- que realizan esas pequeñas tareas desde sus propios puestos de trabajo, a menudo cambiando el café por un rato de cibersolidaridad.
Los microvoluntarios no son los únicos internautas solidarios. Millones de personas en todo el mundo participan en proyectos para ayudar en todo tipo de tareas. En España otra de las iniciativas pioneras es la de la Fundación Cibervoluntarios, creada en 2001 para ayudar a superar la brecha digital a los colectivos más olvidados por la sociedad de la información.
¿Funciona la cibersolidaridad? Félix lamenta que a pesar de funcionar como una red social, la comunicación entre microvoluntarios es escasa. La respuesta de las ong es desigual. "La mayoría te tratan bien y agradecen la ayuda. Otras, en cambio, te ignoran bastante y no puedes cumplir con las tareas por falta de comunicación por su parte", se queja Félix. Pero no se desaniman. Son parte de un movimiento que combina solidaridad, participación en redes sociales y pasión por la tecnología. Como el resto de los usuarios de la web prefieren los microformatos, las pequeñas tareas y objetivos a las grandes. Pero la red y la participación son su poder.
Columna en Público