Facebook vale 37.500 millones de euros por la atención y la identidad –el ego - de más de 500 millones de usuarios, pero también de un grupo de distinguidos accionistas a los que el banco Goldman Sachs venderá participaciones de la compañía superiores a 1,5 millones de dólares. Acciones para unos pocos de los datos y la atención de tantos sin tener que someterse a los controles de la bolsa. La facebooknomía se basa en la confianza y en crear una comunidad, como las de los usuarios al publicar una parte importante de su vida en las redes sociales.
Confianza en que el mayor gestor de la identidad de dominio público, la que los usuarios construyen para mostrar a los demás en la red, será capaz de acompañar durante mucho tiempo a sus usuarios y ofrecerles toda clase de contenidos y servicios. Y ser su conexión social en cualquier web gracias a ese botón azul de Me gusta o a la cajita donde compartir comentarios y recomendaciones con el grupo de gente que uno elige en internet.
Son valores para justificar una inversión astronómica, pero no desmesurada. Google, dueño de las búsquedas, o Amazon, rey del comercio electrónico, valen más. También ingresan más, pero los 2.000 millones de dólares estimados para Facebook en 2010 abren oportunidades de crecimiento en publicidad y en nuevos servicios de vídeo o móviles, como acaba de hacer Tuenti.
Mucha gente vive en Facebook. Sus usuarios españoles pasan más de 47 minutos al día en ese refugio azul. Una salita de estar pulcra y ordenada donde se habla, se ríe, se grita, se liga o se comparte fascinación por personajes o temas. Rentabilizar la vida de los ciberciudadanos bien vale un buen puñado de dólares. Sobre todo cuando las redes sociales se han convertido en la principal puerta de acceso a la web y en la máquina de recomendación fundamental para llegar a contenidos, productos, servicios o medios.
Es la joya de la economía de la atención. Sus activos son la privacidad, la afectividad, el tiempo y consumo de los usuarios. Un generador de datos y relaciones imprescindible para la publicidad, el e-commerce o la política. Parece buena inversión.
Columna en los medios de Vocento