Burger King se rebela contra el Ministerio de Sanidad y apela directamente a sus clientes. Y lo hace acudiendo a ellos en internet con las dos grandes herramientas sociales del momento: un blog y el vídeo viral. El nombre es ilustrativo ManThem: fuerza, machismo, dominación. Cómetelo todo, carne y sexo frente a criterio racional. Psicología y cántico del marketing consumista. La ley del consumo contra la ley de la salud. La libertad del cliente contra el estado del bienestar. El ciudadano es cliente, defiende la firma de hamburguesas: respetemos sus gustos excitados por la publicidad. El ciudadano es persona, defiende la ministra de Sanidad, Elena Salgado: alertémosla de los riesgos para la salud de la comida rápida. Dos concepciones de la vida. Dos sistemas de comunicación. Dos civilizaciones: el hedonismo consumista o la responsabilidad ética (con la vida, la salud y lo público). La era de la autoridad derrotada por la elección colectiva, bien alimentada de guiños marketineros. Y además así Burger King se salta a los medios, altavoces de las alertas de la ministra y del bien común. No seas un pringao, dicen sus anuncios. Y, claro, ¿quién quiere ser un pringao? La ministra no se atreve a tratarte así. Quizá por eso su mensaje pierde fuerza. La emoción contra la razón. En publicidad y clientes gana la primera. La ministra Salgado ha intentado ejercer la vieja responsabilidad del estado del bienestar alertando a los ciudadanos más allá de la ley, por el bien público. Las superhamburguesas para comilones no son ilegales, sólo son peligrosas si se abusa de ellas. El celo de la ministra puede ser excesivo. La reacción de la empresa es vital: le va en ello su negocio, su desarrollo de producto, su cuota de mercado. Marketing y publicidad viral es su respuesta. Inteligente en tiempos de estímulos compartidos y autoridad cuestionada. El bien público ya no existe, ha sido sustituido por la política de la vida cotidiana (Anthony Giddens). Marx ha muerto. Las ideas de las clases dirigentes ya no son las ideas de la sociedad. Ahora imperan las de la publicidad del deseo. Contra la pasión del placer, la apología ascética del bien individual y social de la ministra Salgado no tiene ninguna opción de ganar. El cliente se impone al ciudadano. Como decía con acierto Zygmunt Bauman, el capitalismo consumista no es la abolición de la autoridad, simplemente acepta tantas fuentes que encuentra legimidad para cualquier gusto. Burger King es una gran autoridad mundial para los aficionados a la comida basura. La autoridad de la ministra de Sanidad sucumbre ante el placer barato y la iconografía del deseo desplegado en el blog y los anuncios de las hamburguesas 2.0 Si además la retórica de la rebelión individual se explota como en estos anuncios, la vieja autoridad no tiene ninguna opción, tenga la razón que tenga.
Nueva York prohíbe también el uso de grasas trans o hidrogenadas.
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