"La revolución no será televisada". La famosa frase de popularizada por Joe Trippi, el jefe de campaña de Howard Dean y creador de las modernas campañas políticas por medios sociales, está dejando de ser cierta. Como en la ley de Moore, la velocidad del ciberespacio está tan acelerada que sólo dos años después de aquellas palabras la televisión (o al menos el vídeo) se hace participativo y comienza a ser una fuerza política. Zapatero y Rajoy ya están en YouTube y aunque aún no tienen un grupo como George Bush las elecciones están muy lejos. Cuando sea la hora, lo tendrán.
Si 2005 fue el año de los blogs y la explosión de la blogopolítica ha atraído a muchos políticos, ahora la propaganda viral comienza a inundar el escenario y los vídeos serán la siguiente fuerza. Con herramientas como YouTube o Google Video la imagen vuelve a ser un arma política de primer orden. Y más si se combina con el humor. Entonces su atractivo emocional y de entretenimiento puede con las reflexiones, independientes o sectáreas, inteligentes o redundantes, de los blogs y las grandes discusiones de los foros. 30 segundos pueden encumbrar o acabar con cualquiera si la imagen se graba en la mente del elector. Una frase puede transmitirse hasta el infinito como un virus clonado para mostrar la verdad o la mentira de la política.
Los laboristas británicos ya experimentaron hace unos meses con Dave, el camaleón, su videochanza del líder conservador Dave Cameron. Los americanos se percataron ya hace tiempo. Las campañas de MoveOn.org y las películas de Michael Moore fueron las estrellas políticas del Festival de Sundance hace un año, como los documentales sobre Irak lo han seguido siendo en 2006. Los cortos de Hay Motivo salieron en apoyo de José Luis Rodríguez Zapatero y contra Aznar en las elecciones de 2004. La Red los amplificó, pero no pudo difundirlos con el poder que ahora tendrían. En Galicia, el esfuerzo de los cineastas de ¡Hai que botalos! arreó un empujón visual de innegable poder a las campañas contra Manuel Fraga. Si John F. Kennedy fue el presidente que favoreció a la televisión convencido de su poder de seducir con la imagen y el sudor de Richard Nixon en los debates televisados invalidaba sus argumentos, ahora no basta con llevarse bien con los barones de la televisión. Hay demasiadas y el público fabrica las suyas propias con imágenes propias o ajenas. La propaganda, como en los mejores tiempos del cine político, vuelve a la imagen. La combinación de medios sociales y vídeo es un arma política de enorme destrucción (porque construir con este medio es más difícil). Atentos al mando de reproducción. La imagen también es social, pero la propaganda sigue mandando.
Washington Post | In YouTube Clips, a Political Edge P21 | Propaganda viral en la política en red P21 | ¿Nueva política o sólo más política?
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