Obama preparaba su anuncio en televisión cuando la noticia de la muerte de Bin Laden a manos de un comando norteamericano ya inundaba las redes sociales. Varios testigos relataban en Twitter un ataque con helicópteros a la casa donde se escondía el jefe de Al Qaeda en Pakistán. La Casa Blanca ya había alertado a los medios de un anuncio importante cuando Keith Urbahn, ex colaborador de Donald Rumsfeld en el Pentágono en la presidencia de George W. Bush, anunció en Twitter el fin del terrorista más buscado.
Las redes sociales explotaron. La información corrió por internet mientras Obama confirmaba la operación y los norteamericanos lo celebraban en las calles como tantas veces los partidarios de Al Qaeda jalearon los atentados terroristas.
Al día siguiente Urbahn enfrió el entusiasmo de quienes celebraban el triunfo de las redes sociales sobre los medios: "Mi fuente fue un productor de noticias de televisión. Las historias sobre la muerte de los MSM (grandes medios) a causa de mi primer tuiteo son muy exageradas". Una vez más, la fuente era la Casa Blanca y la filtración provenía de un periodista en busca de contraste y más información.
Los nuevos medios amplificaron el impacto y distribución de una noticia filtrada mientras los periodistas intentaban confirmarla. Desde Pakistán, los tuiteos de Sohaib Athar, un vecino del escondrijo de Bin Laden, aportaban detalles. El consumo de medios en internet casi se duplicó en las primeras horas de la noticia y Twitter superó los cinco mil tuits por segundo. Diarios como The New York Times doblaron su tráfico en la red, la CNN volvió a ser la referencia y los telediarios españoles multiplicaron su audiencia.
Las redes sociales no suplantan al periodismo, pero el tiempo real comprime el ciclo de las noticias, aumentan el interés mientras opiniones y rumores se mezclan con la información real. Esta vez las redes sociales no fueron fuentes directas como en las revueltas árabes, pero su poder cambia el ecosistema de las noticias y nos hace más ansiosos. Más expuestos, también, a los errores y la desinformación.
Columna en los medios de Vocento