Los políticos se enfangan en la propaganda hasta confundir la realidad. Confiados en sus mensajes, viven en la nube de su discurso. Y a veces se estrellan. Eso le ocurrió a María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, en Los Desayunos de TVE. Las críticas de Cospedal a la imparcialidad de TVE acabaron en debate con la presentadora Ana Pastor sobre el modelo de televisión pública.
Cospedal discrepa "de la dirección política de Televisión Española". Sus palabras la traicionan y señalan la debilidad de los medios públicos: el control político que no se acaba de soltar con autoridades audiovisuales independientes. La jerarca del PP olvida que la televisión del gobierno de Aznar acabó avergonzando a todos con un jefe de informativos, Alfredo Urdaci, condenado por manipulación de la huelga general de 2002. La infamia prosiguió con el choteo con el que cumplió la sentencia deletreando las siglas del sindicato CC OO.
Al PP le preocupan las condenas de telediario. Preferiría cortar el chorreo de casos de corrupción reflejados en televisión. Negar a la videoteca la recuperación de las promesas olvidadas y las declaraciones contradictorias de sus dirigentes. Olvida su consenso para elegir al presidente de la Corporación, Alberto Oliart, y no explica cómo guerrea permanentemente dentro del Consejo de RTVE a favor de sus intereses políticos. Tampoco recuerda el tratamiento informativo de Telemadrid, Canal Nou y otras autonómicas bajo su égida.
Se desconoce el modelo de televisión pública del PP mientras pacta cuotas electorales para los telediarios privados y reitera un adelgazamiento de la televisión pública que no practica en sus feudos.
TVE no es perfecta, pero a menudo sus errores son más profesionales que por manipulación. En ellos incurrió Ana Pastor al reivindicar su posición personal frente a Cospedal en lugar de repreguntar, utilizando las técnicas de la propia entrevista. Pero vivimos en la televisión de las tertulias, donde la opinión, los insultos y las posturas personales crean una telerrealidad apabullante. De poco servicio público.
Columna en los medios de Vocento